martes, 26 de febrero de 2013

Oscar 2013

Sorpresas, palabras de honor y pajaritas

La octogésimo quinta ceremonia de los Oscar ha dado mucho que hablar. Detractores y fans no se han cortado al dar su opinión sobre cada detalle. Y aunque esta gala ha estado llena de enemigos, todos nos hemos sentado frente al ordenador o televisión para no perdernos ni un solo segundo.

Las sorpresas no empezaron en la alfombra roja, precisamente. El palabra de honor fue el protagonista en los vestidos de la noche y así lo confirman  el Louis Vuitton de Reese Witherspoon, el Marchesa de Olivia Munn, el Dior de Charlize Theron y el Valentino de Jennifer Aniston, entre otros muchos. Nuestra querida Rachel de Friends demuestra que no hace falta estar nominada para ser una de las mejores vestidas. Acompañada con su melena característica y de la mano de Jack Theroux, brilló de una manera espectacular en su palabra de honor rojo coral. 
Los colores en la ceremonia fueron mucho más variados que en los Globos de Oro de este año. No primó uno por encima de los demás. Amanda Seyfried, de Alexander Mcqueen y Amy Adams de Oscar de la Renta volvieron a decantarse por los tonos claros, Helena Bonham Carter, de Vivienne Westwood y Adele, ganadora de la noche a mejor canción, enfundada en un Burberry, se decantaron por el negro, para sorprender, supongo. 



La nota metálica la dieron Nicole Kidman y Naomi Watts, amigas desde la escuela de interpretación, con unos maravillosos vestidos de L'Wren Scott y Armani Privé, respectivamente. El primero destacaba cada curva de la imponente figura de la reina de la mirada de hielo y el segundo tenía uno de los escotes asimétricos más originales de la gala. Este año la actriz Naomi Watts no se llevó la estatuilla a mejor actriz principal, pero tiempo al tiempo, porque es una de las más grandes.








Y aunque todas las quinielas apuntaban a Jessica Chastain, que apareció con un look a lo old Hollywood emulando las ondas de Veronica Lake y vestida de un Armani en nude, en el momento final se lo arrebató Jennifer Lawrence con un vestido de Raf Simons para Christian Dior. El Oscar a  la musa del diseñador fue uno de los acontecimientos menos esperados de la noche y aunque antes de recogerlo, se cayó subiendo por las escaleras, salió de la situación airosa, con simpatía y humildad, características conocidas ya de su presencia en público. Aquí un vídeo que muestra tanto el diseño que llevó como lo que la hace tan querida en Hollywood. No tiene desperdicio:

En lo referente a hombres hubo un elemento que destacó en la mayoría de los trajes: la pajarita. Uno de los complementos favoritos de Joseph Gordon-Levitt para los eventos importantes y los no tanto. Pero éste, con su esmoquin de Gucci, no fue el único que la usó para darle un toque más moderno al conjunto. Gael García Bernal, Hugh Jackman, Eddie Redmayne, Paul Rudd, entre otros, fueron los que se atrevieron a cambiar la sobria corbata por un complemento más divertido y juvenil.

Una vez dentro del teatro Kodak, Seth Macfarlane probablemente hizo una de las ceremonias más amenas de los últimos años. Conociendo que es el creador de Padre de familia, Padre made in USA y El show de Cleveland, se esperaban chistes tal vez polémicos y ofensivos. Sin embargo cantó, bailó y obviamente los chistes no faltaron, pero nada que haya quitado protagonismo a lo que de verdad lo tiene esa noche: el cine. 
Aunando el conjunto de características que definieron a Hugh Jackman cuando presentó los Oscar en 2009 y la voz de Frank Sinatra, Seth Macfarlane llevó todo el peso de la ceremonia con un encanto, educación y gracia que nadie diría que es el mismo que pone voz a Stewie y Peter Griffin.

Como he mencionado, esta gala ha tenido muchas malas críticas y muchas sorpresas. Tal vez los únicos Oscar cantados que se hicieron realidad fueron el de mejor película, que fue para Argo y subió a recogerlo un equipo de artistas con un Ben Affleck emocionadísimo a la cabeza y el premio de mejor actriz de reparto. Anne Hathaway y su Prada muy mal elegido subieron a recogerlo y en un momento tan importante para la actriz, el protagonismo se lo llevaron su vestido-delantal y los pezones que se podían apreciar a través de éste.
No todo evento inesperado fue recibido con malas críticas. La aparición de Shirley Bassey cantando Goldfinger dejó boquiabierto al público, tanto el del teatro, como el que estaba sentado en su sofá. Y más de lo mismo cuando Barbra Streisand emocionó al público con su magnífica voz.

Uno de los momentos inesperados más criticados de la noche fue la entrega de dos Oscar en la categoría de Edición de sonido. El empate en unos premios cinematográficos es prácticamente imposible. Aunque sea solo por un pequeño matiz, siempre hay una mejor. Zero Dark Thirty y Skyfall fueron ambas ganadoras. Me pregunto si el hecho de que fuera el cincuenta aniversario de James Bond tuvo algo que ver. Sospechoso, muy sospechoso.
En mi opinión fue un reparto de premios relativamente justo, tal vez porque recé a los dioses en los que no creo para que Zero Dark Thirty no se llevara ningún premio importante, o tal vez porque por fin Michael Haneke obtiene el reconocimiento que merece por uno de los mejores films que he podido ver este año, Amour. Y aunque Emmanuele Riva era la verdadera merecedora del premio a mejor actriz, Jennifer Lawrence fue la segunda mejor opción y Jessica Chastain se fue con las manos vacías por protagonizar una película que tiene uno de los peores guiones que he visto este año.
Una gala inesperada, equitativa en su justa medida y que tuvo como protagonista a James Bond, Argo, Life of Pi y, por supuesto, la representación europea del grandísimo director Michael Haneke.



domingo, 24 de febrero de 2013

Las diez mejor vestidas de los Premios Goya 2013

Cualquiera que viese los Premios Goya el otro día puede decir que tuvo cosas buenas y cosas malas, pero supongo que eso pasa siempre. Y, para mí, lo mejor que hubo fue la elegancia sobre la alfombra roja. Vi incluso más elegancia que en los Globos de Oro. Vi vestidos más sencillos y prácticamente nadie llamaba la atención por ir mal vestido.

He de decir incluso que ha sido difícil quedarse sólo con diez vestidos y que, probablemente, muchas de las personas que lean este artículo habrían incluido vestidos que quizá yo he dejado en el puesto once o doce de mi lista.

Como en los Globos de Oro (supongo que se podría decir que cada año las alfombras rojas de todos los premios tienen actrices vestidas de manera similar), vimos muchos vestidos oscuros, muchos vestidos brillantes y otros tantos en tonos rojos. Vimos menos vestidos en tonos nude, algo de agradecer, porque no siempre favorecen, sobre todo cuando se trata de actrices de piel muy pálida.

De un negro impecable apareció, siempre elegante y con una naturalidad admirable, Ángela Molina, vestida con un diseño de Lorenzo Caprile de terciopelo negro, de manga larga, increíblemente sencillo y favorecedor, con un único adorno: un broche en la parte superior.



Sin duda, otro de los looks que más me gustaron de la noche fue el de Maribel Verdú, que se llevó el Goya a  Mejor Actriz por Blancanieves (película que consiguió diez premios durante la noche). Cada día me gusta más esta mujer, cada día la veo más guapa. Eligió llevar un vestido de Raf Simons para Christian Dior, que combinó con unos zapatos negros muy sencillos de Jimmy Choo (ya que llevas unos Jimmy Choo así de bonitos, está bien que el vestido no te tape los pies). El collar y los pendientes eran de los años 60, del archivo histórico de Bvlgari. Además, el maquillaje también fue muy acertado, resaltando de una manera espectacular sus ojos.
La actriz dedicó el Goya a los desahuciados y se solidarizó con todas aquellas personas que lo están pasando mal. Aunque esta no fue la única nota reivindicativa de la noche: Candela Peña también aprovechó su discurso para reivindicar la Sanidad Pública.

Otra de las premiadas por la película Blancanieves fue Macarena García. Subió a recoger el Goya a Mejor Actriz Revelación con un vestido sencillo de Dior de un color rojo precioso. Eligió además un brazalete-reloj de Bvlgari de oro rosa y pavé de diamantes que le daba siete vueltas al brazo.



Juana Costa también eligió ir vestida de rojo, con un vestido de Armani Privé de escote corazón que le favorecía muchísimo, tanto por el corte como por el color.


Amaia Salamanca lució un vestido de Zuhair Murad en un tono dorado con rayas en negro que iban todas a parar a un mismo punto. Asimétrico y favorecedor, muy elegante, combinado con un recogido de pelo muy sencillo y con joyas de Carrera y Carrera.




También en dorado apareció Nadia Santiago, con un vestido de Adolfo Domínguez muy sencillo, brillante, de corte recto, de tirantes. La actriz estaba muy favorecida también por el maquillaje, con los ojos muy remarcados y un tono oscuro de pintalabios que le sentaba muy bien.

Otra de las que llegó para dejarnos boquiabiertos fue Nieves Álvarez. Qué mujer más elegante. La modelo apareció con un vestido de alta costura de Stéphane Rolland negro de cintura para arriba y blanco de cintura para abajo (al igual que el ya mencionado de Maribel Verdú) y con una flor roja en relieve en la parte del pecho. Completó su look con un bolso de mano de Louboutin. Elegante, sofisticada y muy, muy guapa, como siempre.



Ana Fernández apareció con un look que me ha recordado a los que hemos visto hace poco en la gala de los Globos de Oro. Fue de las pocas que se atrevió con un vestido en color nude, de escote corazón, muy clásico. Combinó el vestido (de Santos Costura) con complementos de Úrsula Mascaró.

Mar Saura prefirió elegir el blanco puro y apareció con un impecable vestido de encaje de Stella McCartney y los labios pintados de un rojo muy pasional. Una combinación muy acertada que hizo que la actriz, modelo y presentadora estuviese espectacular.

La que se atrevió con un color más llamativo fue Manuela Velasco, que para entregarle el Goya Honorífico a su tía (Concha Velasco) se vistió con un Gucci color lima con un gran volante en la parte superior. Los zapatos de Jimmy Choo y la cartera de L. K. Bennett completaban el look de la actriz. Decir que estaba guapa es decir poco.



En general, he de decir que esta edición de los Goya me ha sorprendido para bien y me ha enseñado que, en muchas ocasiones, menos es más.
También me siento prácticamente en la obligación de pedir perdón por no haber incluido alguno de los vestidos que llevó Eva Hache (el de Amaya Arzuaga especialmente) y por no haber mencionado a Belén Rueda que, como siempre, iba muy guapa y muy elegante.