viernes, 17 de enero de 2014

Me tengo que acostumbrar. Sólo es eso.

Y todos los 17 son iguales. 
Me tiemblan las piernas.
En el ocaso de mi memoria te siento a lo lejos 
y duele. 
Duele por ser un nos convertido en polvo 
y un viaje a otro mundo.
Un mundo en el que no te encuentro. 
Mientras grito y se rompe mi voz en millones de lágrimas,
el vacío me devuelve la nada. 
Y tú lo llenas de mentiras y falsas sonrisas. 
Y yo rodeado de éstas,
me hundo. 
Y tu verdadero ser no está aquí. 
Me busca en otro mundo.
Grita y llora y se rompe.
Está rodeado también 
de mi falso yo. 
Y en nuestro mundo en común nos hemos encontrado,
pero no somos los mismos. 
(...)
17, vienes a mí cada mes y mi corazón se encoge un poco.
Me cuesta respirar, pero pienso:
 son solo 24 h, 1440 minutos, 86400 segundos. 
El 18 va a llegar. No queda nada. 
Amanece un nuevo día y el sol se pone en mi memoria. 
Y en vano me digo: aún queda mucho para el siguiente.
La próxima vez, será diferente. 

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